En los últimos años la partición política del estrato
social más humilde se ha incrementado en países de Latinoamérica. Este fenómeno
es propio de gobiernos demagogos que penetran en la fibra emocional de sus
seguidores, con la idea de usarlos como plataforma para sus tronos. Esto causa
gran daño en la etimología de la verdadera política. Se ha definido como
política, el arte de hacer posible lo imposible. Sin embargo, esta realidad
tiene que afianzarse en lo social, en su más pura esencia. Este boom ha hecho
que emerja una demencia colectiva que
alimenta el ego de gobernantes megalómanos. A diario nos topamos con decenas de
individuos que se autodenominan luchadores sociales, muy bien identificado con una
tendencia política. Por lo general, ataviados con franelas donde, ufanos, lucen la cara
de su endiosado líder, estampada
en sus espaldas. No olvidemos que los esclavos eran azotados exactamente allí,
en sus lomos, cual bestias, como recordatorio de obediencia hacia el amo. Lo más
aborrecible de los gobiernos populistas es la forma en como pasan el bisturí por la conciencia de estos
seres, desligándolos de su espiritualidad. La ética y dignidad son cercenadas
de la personalidad. La metamorfosis a
seguir es el del hombre obediente mutilado de su capacidad de discernir,
enclaustrándolo en la lobreguez que envuelve la estulticia ideológica. Los
políticos se preparan para gobernar, pero muchas veces obvian que un buen
gerente está para escuchar y servir. Cuando
los líderes son adoctrinados para la sumisión caen subvertidos frente a las glorias del poder convirtiéndose en comerciantes de
la política. A mi modo de ver, la política es la matriz que da lumbre a grandes
líderes para la transformación de los pueblos en pro del desarrollo socio-económico
y cultural, dando paso a una nación de hombres libres. Si los líderes no son libres
en su interior, estarían condenando a sus seguidores a ser esclavos, ya que esa
conciencia sumisa se expande hasta
convertirse en una conciencia social. ¿Será éste, el trasfondo de la doctrina
“del hombre nuevo”?. El ser humano por naturaleza es inteligente pero la
intelectualidad es propia de una elite. Quien siembra en su propia mente
cosecha grandes conocimientos que
catapultan al umbral del libre albedrío. Lo social es y ha sido el instrumento usado
por los demagogos, pero ahora cuentan con un gran número de personas que viven
perdidos en la oscuridad que los conduce hacia las turbias aguas de la
dependencia de estos liberticidas. Democracia
es sinónimo de libertad, sólo quien tiene el atrevimiento de pensar por
voluntad propia, grita: SOY LIBRE, pero esa aureola con que Dios nos coronó
sólo brilla en las cabezas erguidas de personas decorosas. Defendámosla con las armas que más temen los autócratas:
Inteligencia y dignidad.