viernes, 29 de octubre de 2010

Ética y Liderazgo


                                                   
En los últimos años la partición política del estrato social más humilde se ha incrementado en países de Latinoamérica. Este fenómeno es propio de gobiernos demagogos que penetran en la fibra emocional de sus seguidores, con la idea de usarlos como plataforma para sus tronos. Esto causa gran daño en la etimología de la verdadera política. Se ha definido como política, el arte de hacer posible lo imposible. Sin embargo, esta realidad tiene que afianzarse en lo social, en su más pura esencia. Este boom ha hecho que emerja  una demencia colectiva que alimenta el ego de gobernantes megalómanos. A diario nos topamos con decenas de individuos que se autodenominan luchadores sociales, muy bien identificado con una tendencia política. Por lo general, ataviados  con franelas donde, ufanos,  lucen la cara   de su endiosado líder, estampada en sus espaldas. No olvidemos que los esclavos eran azotados exactamente allí, en sus lomos, cual bestias, como recordatorio de obediencia hacia el amo. Lo más aborrecible de los gobiernos populistas es la forma en como  pasan el bisturí por la conciencia de estos seres, desligándolos de su espiritualidad. La ética y dignidad son cercenadas de la personalidad.  La metamorfosis a seguir es el del hombre obediente mutilado de su capacidad de discernir, enclaustrándolo en la lobreguez que envuelve la estulticia ideológica. Los políticos se preparan para gobernar, pero muchas veces obvian que un buen gerente está para escuchar y servir. Cuando  los líderes son adoctrinados para la sumisión caen subvertidos  frente a las glorias  del poder convirtiéndose en comerciantes de la política. A mi modo de ver, la política es la matriz que da lumbre a grandes líderes para la transformación de los pueblos en pro del desarrollo socio-económico y cultural, dando paso a una nación de hombres libres. Si los líderes no son libres en su interior, estarían condenando a sus seguidores a ser esclavos, ya que esa conciencia sumisa se expande  hasta convertirse en una conciencia social. ¿Será éste, el trasfondo de la doctrina “del hombre nuevo”?. El ser humano por naturaleza es inteligente pero la intelectualidad es propia de una elite. Quien siembra en su propia mente cosecha  grandes conocimientos que catapultan al umbral del libre albedrío. Lo social es y ha sido el instrumento usado por los demagogos, pero ahora cuentan con un gran número de personas que viven perdidos en la oscuridad que los conduce hacia las turbias aguas de la dependencia de estos liberticidas.  Democracia es sinónimo de libertad, sólo quien tiene el atrevimiento de pensar por voluntad propia, grita: SOY LIBRE, pero esa aureola con que Dios nos coronó sólo brilla en las cabezas erguidas de personas decorosas. Defendámosla  con las armas que más temen los autócratas: Inteligencia y dignidad.