Los sabios griegos conciben la política con la finalidad de
que ésta se conectara con la Democracia
y así transformarla en la fuerza renovadora de los
tiempos, es por eso que no puede coexistir Democracia sin políticos, ni políticos sin
Democracia, ambas se retroalimentan en simbiosis perfecta. Sin embargo, su
fuerza vital habita en el poder ciudadano, un poder históricamente subestimado
y utilizado por quienes buscan en este maravilloso arte una herramienta para
adquirir poder y grandes fortunas.
Con el pasar del tiempo, los políticos, a través de la
psicología social, pudieron darse cuenta, de que las multitudes podían
conquistarse monopolizando discursos altamente emotivos y de ligera digestión. Comenzaron por trabajar una personalidad locuazmente
carismática, ocurrente, pero con poco contenido social; es decir, una figura
apoyada en la demagogia populista, que vendría a tergiversar las luces de tan
maravilloso arte. En la actualidad, no es tan fácil engañar al electorado, no
obstante, muchos han creído en promesas servidas en vajillas de porcelana, que
luego resultan ser un fraude. Mezclar jocosidad con odio, en una especie de
coctel narcotizante que influye en la
conducta de millones de personas, desde ese estado mental es imposible comportarse
con sabiduría, como corresponde a un pueblo
inteligente. Un sabio debe ser respetuoso a las leyes e irreverente a
normativas impuestas, cuando éste toma
una decisión, siempre se asegura que sea la correcta, a fin de no verse obligado a rectificar.
Tanto política, como Democracia, han tenido que pugnar con el
temible poder militar, éste apoyado en
la intimidación que ejerce sobre la ciudadanía, a causa del lícito monopolio que
le otorga el Estado en el uso de sus armas, algunos, desnaturalizando este derecho,
han destruido los logros alcanzados por gobiernos demócratas. Es de hacer notar
que, en el transcurso de la historia, también han
formado grandes alianzas con el poder político
para desarrollar guerras, bien sea en defensa o no de su propio territorio.
En nuestra patria, los militares han tenido un papel preponderante
en el mundo político, sus distintas dictaduras han sido piedras de tranca para
el progreso, atacando con gran ferocidad a la intelectualidad, demostrando su naturaleza
primitiva.
Ahora bien, muy poco se ha hablado del poder ciudadano, que
al revelarse frente a la opresión termina por derrumbar hasta el más poderoso y
temible de los imperios, la historia está repleta de esos ejemplos.
El gran error de los
tiranos, ha sido usar el poder para pretender arrinconar a los ciudadanos,
tratándolos como a súbditos, sin capacidad de raciocinio.
El poder en manos de inescrupulosos iletrados, representa un
grave peligro para la sociedad, éstos se transforman en una fuerza primitiva, cultivadora
de odio y barbarie.
El 6 de diciembre, los venezolanos dimos un gran ejemplo de
gallarda civilidad, aun embravecidos por la escasez de alimentos y medicinas, aterrados
por la guerra que nos declaró el hampa, en vez de usar la fuerza de los bárbaros
para salir de esta hecatombe socialista, apelamos al voto, como la única
herramienta lícita del poder ciudadano, siendo muy contundente el mensaje,
dejando muy claro que como dignos hijos de esta patria, llevamos en nuestro ADN
nacional la estirpe democrática que heredada de nuestros conspicuos e históricos
líderes. De nada sirvieron los fusiles, el chantaje y la compra de conciencia,
nuestra Libertad es irreversible.