viernes, 8 de enero de 2016

Retratos y fetichismo


El ser humano no es más que un compendio de virtudes y defectos, que solo necesita de algún estímulo para que afloren en la conducta humana. Apelando a una supra imaginación, podría decirse, que el hombre  vio por vez primera  su rostro reflejado en las aguas, por allá en la era prehistórica; emergiendo desde lo más profundo de su ser, el ego que yacía dormido en lo más profundo de su esencia. Con el pasar del tiempo, el ego se fue ramificando en la conciencia del hombre, para dar los frutos perversos que hoy conocemos como, narcisismo, megalomanía, egolatría, entre otros; desde allí, el individualismo comenzó a formar su inmensa legión. 
El tiempo continuó su avance hacia la modernidad, pero, paradójicamente, por senderos primitivos. El hombre, adentrándose en la infinitud de su mente, creó obras artísticas que servirían para rendir culto a la personalidad y armas destructivas para ejercer el poder.En el siglo V a.C, surgieron los primeros retratos, acuñados sobre las monedas de los reyes persas, rico bocado que alimentaria la egolatría de éstos, no obstante, la petulancia en su más pura esencia es inofensiva, cada quien tiene libre albedrio de elegir entre ser extrovertido o introvertido; el peligro se presenta cuando el poder se abraza a ella, engendrando  la megalomanía. Muchos han sido los artistas que empleando su numen a fondo, han encerrado dentro de un pequeño marco, a los grandes hombres de la historia, sin obviar, que la grandeza de un individuo, son las luchas que han servido para redimir a los pueblos de cruentas tiranías. No puede tener la misma gloria quien invade para conquistar a quien lucha para libertar. 
Por otro lado, es aberrante acudir al fetichismo, para que el vulgo eleve a los altares, a quienes nada tienen que ver con la magnanimidad de los grandes personajes de la historia. Así como los pintores, usando sus pinceles y lienzos han dado forma a la imagen de Dios, siendo venerada por millones de personas en el mundo, también idearon una figura en alusión a Satanás, siendo este,  igualmente idolatrado. Internándome en terrenos sicológicos, es obvio pensar que, así como la sonrisa de la Gioconda, inexplicablemente, tiene el poder de cautivar, de igual manera, la de un tirano logra atrapar miradas, demostrando  que el hombre es ambiguo.El poder da el privilegio a los gobernantes de imaginar grandes naciones, dotándoles de ingentes recursos para que lo diseñen, sin embargo, de este también surge la nefasta inspiración, de cómo pincelar trozos de miseria sobre excelsas obras, todo depende de la preparación intelectual de quien la providencia dispensa. La prosperidad es un arte de nunca acabar, una pintura infinita, que esporádicamente necesita ser restaurada, para que la desidia no la destruya.
Cada país encierra dentro de si diversas obras, tanto en lo bueno como en lo malo, solo necesitan de sus pintores, escultores, talladores, etc., para que lo lleven al plano artístico.
 Dibujar un país rico, y pincelarlo con trazos oscuros y enigmáticos, enfoca la ruina mental de su artífice. Hay otros lóbregos panoramas que se pueden pintarrajear en un lienzo, así como nefastos escenarios, donde cientos y cientos de personas caen muertas frente a una lluvia de balas fratricidas o el esbozo de un fértil huerto  invadido por manos agrestes, tornándose en aridez. Dibujos surrealistas, cual pandemónium,  hospitales en total ruinas, sin insumos ni medicinas, niños que, padeciendo de cáncer, mueren por la desidia de monstruos inmisericordes.   Acuarelas color sangre, figurillas en vulgar tiza, repetitiva colección de andrajos humanos. Los estragos que el holodomor socialista causa en los estómagos de la multitud y, mientras, los poderosos se inspiran en como presentar un país diferente al que tenemos, nos conformaremos con ver cuadros mientras fallecemos de hambre? Valentía y cobardía, gloria e infierno, son eviternos,  no obstante, abrazarlas en una misma imagen, es la más grande aberración creada por la mente humana.