domingo, 27 de mayo de 2012

La teoría del caos,según mi filosofía (III)



Quienes promulgan el caos con la firme intención de reinar sobre sus ruinas, ignoran que la iniquidad es tan poderosa que en su radio de acción termina regresando al núcleo que la originó destruyendo su fuente, llevándose además en su torbellino,  almas  inocentes. Para la triste misión de la siembra y cosecha del caos es preciso contar con gran poder y complicidad y si esta confabulación se abraza a las armas sus efectos serían más devastadores. En un territorio caótico la justicia es constreñida y convertida alevosamente en simple bufón de la corte. La teoría del caos sólo puede radicar en individuos opresivos,  ya que su mente vibra en una octava violenta, exteriorizándose en arengas demagógicas y violentas. Esta acción es casi tan letal como una bomba nuclear ya que su radio alcanza los confines de una nación y muchas veces hasta los excede multiplicando sus  víctimas. Muchos de estos mártires fueron firmes defensores de la doctrina que les confiscó la libertad, el cerebro y la vida. Para que un territorio pueda gozar de un mínimo de gobernabilidad, éste fue dotado de instituciones que son vigilantes las unas de las otras de su desempeño; sin embargo, al ponerse en marcha el plan o misión hecatombe, el caos institucional se va ocultando de las miradas ciudadanas, formándose muy discretamente, Estados paralelos, protegidos por una especie de guardia pretoriana que cuando se hace manifiesta es por su gran corrupción  muy difícil pero no imposible de erradicar. El núcleo generador del caos en una nación enferma lo conforma  el Poder Ejecutivo, desde allí emergen las doctrinas que son insertas en el subconsciente de los debilitados ciudadanos. En nuestro país podemos citar el caos alimentario, mecanismo muy bien tramado, lentamente van disminuyendo el aparato productivo y por ende la oferta alimentaria con la vil intención de crear ansiedad en la población.  De allí surgen los precarios operativos para abastecer a una ciudadanía ya exhausta que sólo ve la abundancia en propagandas gobierneras. Después de la compra, al habitante empequeñecido ante tal caos no le queda otra opción que agradecer “por sus bondades” a quien propagó el caos. Ocurre igualmente en materia de vivienda, salud y educación. En esta tercera entrega sobre la teoría del caos, ya podemos visualizar de manera más diáfana donde está el origen de tanto infortunio. La anarquía sólo tiene cabida en una personalidad débil, es por esa razón que debemos trabajar en pro del desarrollo de la intelectualidad. Después del bombardeo de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, los sobrevivientes requirieron de una profunda rehabilitación espiritual, moral y sicológica para poder sanar de las secuelas de tal hecatombe. Los países involucrados en la última guerra global, incluyendo a Japón, viven un presente próspero y en relativa paz, no obstante, si no depuramos el subconsciente de tanta demagogia, el caos no desaparecerá y la sanación no será posible. La transición al orden lógicamente establecido puede ser una tarea de meses, quizás de años, todo depende del criterio que predomine, si el de poblador o el ciudadano. El poblador pasa gran parte de su vida soñando, a la espera de un milagro o un golpe de suerte; el ciudadano edifica sus sueños convirtiéndolos en tangibles. El poblador fenece en medio de radiaciones populistas; el ciudadano se hace inmune y se fortalece. El poblador piensa y reseña sus metas en diminutivo; el ciudadano las cita y planifica en superlativo. El poblador se detiene frente a los obstáculos; el ciudadano los apartas y continúa en el camino trazado. En fin, cada quien decide en cual estado de conciencia transcurre su vida.


La vida es un breve viaje que nos interna por lugares donde la subjetividad  impone su ruta. Puede ser largo o corto,  todo depende de las cargas  que llevemos. Al final... un grito, una despedida, un tiempo perdido en la vanidad... y el olvido!

domingo, 6 de mayo de 2012

La teoría del caos, según mi filosofía (II)



Cuando los gobernantes transforman su gestión en un laboratorio para la ejecución del caos, los sucesos naturales se tornan invisibles a los ojos de los ciudadanos la sociedad permanentemente se ve envuelta en un subrealismo, que día a día va esclavizando al hombre a la absurda percepción donde lo virtual es lo real. Es difícil salir del caos cuando éste habita en el subconsciente, para erradicarlo necesitamos trabajar en función del rescate de la inteligencia,es necesario que el hombre aprenda a pensar por sí mismo y no impulsado por conceptos demagógicos. La mente es un universo de ideas y esa universalidad de pensamientos jamás se detiene; sin embargo, cuando se contamina el pensamiento con preceptos populistas, la independencia del pensante se pierde. En Latinoamérica y sobre todo en Venezuela hay cientos de lugares que, en el contexto legal,se representan como municipios, no obstante cuando se observa  la conducta de sus pobladores se puede observar claramente su idiosincrasia sencilla, conformista, típica de los oriundos de nuestros pueblos, por ende a la hora de elegir a sus gobernantes caen en el error de obviar la intelectualidad, optando por el carisma.Las ciudades tampoco escapan a esta patética realidad,todo este vendaval demagogo resulta en presidentes de escasa preparación académica y espiritual.La modernidad estructural no sólo se basa en una organización externa, ésta, de realizarse en tiempo record en los pueblos,desencajaría con sus propios habitantes. El cambio externo debe ser uniforme con el interno, quedando entendido que lo que hace pueblerino o cosmopolita a un individuo no es el lugar donde reside, sino su formación intelectual.La revolución del pensamiento debe ser el primer deber de todo gobierno serio que aspire a la transformación de su país. Observamos notorias diferencias entre un país subdesarrollado y otro, en pleno auge social, político, cultural. Subdesarrollado:Patria – Pueblo – Poblador. Estos países suelen elegir políticos con gracia y bajo  intelecto, tal cual es la mayoría de sus electores, quienes eligen con apatía y mucha frustración, al final, un desastre administrativo solapado tras un aparataje político-publicitario. Su punto fuerte: el sometimiento de la institucionalidad. Desarrollado: País - Nación – Ciudadano.Aquí, por lo general, se elige un estadista para que desarrolle y dirija el destino de la nación, se exige una gestión transparente del erario público. Su fortaleza, el respeto a la independencia de los poderes. Analizando superficialmente estos dos esquemas de país notamos donde es más fácil para los gobernantes sembrar el caos. La mente de los populistas es un cementerio de ideas que han sepultado civilizaciones,gobernantes que conducen su nación mirando por el espejo retrovisor, obviando el horizonte. Gran parte de sus conciudadanos se ven transformados en autómatas perdidos en proclamas fantasmales,seres a quienes han desarraigado sus valores éticos y espirituales; anarquistas que hacen de su país un campo de concentración, donde se obvia atacar y resolver los grandes flagelos que hoy nos circundan: droga, la industria del secuestro, el sicariato, la violencia familiar, social, gubernamental etc. Mientras los ciudadanos vivimos en procura de la recuperación de nuestros derechos naturales y  civiles; los que permiten ser tratados como “pueblerinos” permanecen aferrados a la cola de los caballos de los libertadores de antaño. Cuando el individuo sufre un hartazgo de demagogia,de su esencia se evaporan ética, dignidad, moral e inteligencia, terminan perdiendo su identidad y aceptando despojos.


La vida es un breve viaje que nos interna por lugares donde la subjetividad  impone su ruta. Puede ser largo o corto,  todo depende de las cargas  que llevemos. Al final... un grito, una despedida, un tiempo perdido en la vanidad... y el olvido!