domingo, 6 de mayo de 2012

La teoría del caos, según mi filosofía (II)



Cuando los gobernantes transforman su gestión en un laboratorio para la ejecución del caos, los sucesos naturales se tornan invisibles a los ojos de los ciudadanos la sociedad permanentemente se ve envuelta en un subrealismo, que día a día va esclavizando al hombre a la absurda percepción donde lo virtual es lo real. Es difícil salir del caos cuando éste habita en el subconsciente, para erradicarlo necesitamos trabajar en función del rescate de la inteligencia,es necesario que el hombre aprenda a pensar por sí mismo y no impulsado por conceptos demagógicos. La mente es un universo de ideas y esa universalidad de pensamientos jamás se detiene; sin embargo, cuando se contamina el pensamiento con preceptos populistas, la independencia del pensante se pierde. En Latinoamérica y sobre todo en Venezuela hay cientos de lugares que, en el contexto legal,se representan como municipios, no obstante cuando se observa  la conducta de sus pobladores se puede observar claramente su idiosincrasia sencilla, conformista, típica de los oriundos de nuestros pueblos, por ende a la hora de elegir a sus gobernantes caen en el error de obviar la intelectualidad, optando por el carisma.Las ciudades tampoco escapan a esta patética realidad,todo este vendaval demagogo resulta en presidentes de escasa preparación académica y espiritual.La modernidad estructural no sólo se basa en una organización externa, ésta, de realizarse en tiempo record en los pueblos,desencajaría con sus propios habitantes. El cambio externo debe ser uniforme con el interno, quedando entendido que lo que hace pueblerino o cosmopolita a un individuo no es el lugar donde reside, sino su formación intelectual.La revolución del pensamiento debe ser el primer deber de todo gobierno serio que aspire a la transformación de su país. Observamos notorias diferencias entre un país subdesarrollado y otro, en pleno auge social, político, cultural. Subdesarrollado:Patria – Pueblo – Poblador. Estos países suelen elegir políticos con gracia y bajo  intelecto, tal cual es la mayoría de sus electores, quienes eligen con apatía y mucha frustración, al final, un desastre administrativo solapado tras un aparataje político-publicitario. Su punto fuerte: el sometimiento de la institucionalidad. Desarrollado: País - Nación – Ciudadano.Aquí, por lo general, se elige un estadista para que desarrolle y dirija el destino de la nación, se exige una gestión transparente del erario público. Su fortaleza, el respeto a la independencia de los poderes. Analizando superficialmente estos dos esquemas de país notamos donde es más fácil para los gobernantes sembrar el caos. La mente de los populistas es un cementerio de ideas que han sepultado civilizaciones,gobernantes que conducen su nación mirando por el espejo retrovisor, obviando el horizonte. Gran parte de sus conciudadanos se ven transformados en autómatas perdidos en proclamas fantasmales,seres a quienes han desarraigado sus valores éticos y espirituales; anarquistas que hacen de su país un campo de concentración, donde se obvia atacar y resolver los grandes flagelos que hoy nos circundan: droga, la industria del secuestro, el sicariato, la violencia familiar, social, gubernamental etc. Mientras los ciudadanos vivimos en procura de la recuperación de nuestros derechos naturales y  civiles; los que permiten ser tratados como “pueblerinos” permanecen aferrados a la cola de los caballos de los libertadores de antaño. Cuando el individuo sufre un hartazgo de demagogia,de su esencia se evaporan ética, dignidad, moral e inteligencia, terminan perdiendo su identidad y aceptando despojos.


La vida es un breve viaje que nos interna por lugares donde la subjetividad  impone su ruta. Puede ser largo o corto,  todo depende de las cargas  que llevemos. Al final... un grito, una despedida, un tiempo perdido en la vanidad... y el olvido!

No hay comentarios:

Publicar un comentario