Cuando los gobernantes transforman su gestión en un
laboratorio para la ejecución del caos, los sucesos naturales se tornan
invisibles a los ojos de los ciudadanos la sociedad permanentemente se ve envuelta
en un subrealismo, que día a día va esclavizando al hombre a la absurda
percepción donde lo virtual es lo real. Es difícil salir del caos cuando éste
habita en el subconsciente, para erradicarlo necesitamos trabajar en función del
rescate de la inteligencia,es necesario que el hombre aprenda a pensar por sí
mismo y no impulsado por conceptos demagógicos. La mente es un universo de ideas
y esa universalidad de pensamientos jamás se detiene; sin embargo, cuando se
contamina el pensamiento con preceptos populistas, la independencia del
pensante se pierde. En Latinoamérica y sobre todo en Venezuela hay cientos de
lugares que, en el contexto legal,se representan como municipios, no obstante
cuando se observa la conducta de sus
pobladores se puede observar claramente su idiosincrasia sencilla, conformista,
típica de los oriundos de nuestros pueblos, por ende a la hora de elegir a sus
gobernantes caen en el error de obviar la intelectualidad, optando por el
carisma.Las ciudades tampoco escapan a esta patética realidad,todo este
vendaval demagogo resulta en presidentes de escasa preparación académica y
espiritual.La modernidad estructural no sólo se basa en una organización externa,
ésta, de realizarse en tiempo record en los pueblos,desencajaría con sus propios
habitantes. El cambio externo debe ser uniforme con el interno, quedando
entendido que lo que hace pueblerino o cosmopolita a un individuo no es el
lugar donde reside, sino su formación intelectual.La revolución del pensamiento
debe ser el primer deber de todo gobierno serio que aspire a la transformación
de su país. Observamos notorias diferencias entre un país subdesarrollado y
otro, en pleno auge social, político, cultural. Subdesarrollado:Patria – Pueblo
– Poblador. Estos países suelen elegir políticos con gracia y bajo intelecto, tal cual es la mayoría de sus
electores, quienes eligen con apatía y mucha frustración, al final, un desastre
administrativo solapado tras un aparataje político-publicitario. Su punto
fuerte: el sometimiento de la institucionalidad. Desarrollado: País - Nación –
Ciudadano.Aquí, por lo general, se elige un estadista para que desarrolle y
dirija el destino de la nación, se exige una gestión transparente del erario
público. Su fortaleza, el respeto a la independencia de los poderes. Analizando
superficialmente estos dos esquemas de país notamos donde es más fácil para los
gobernantes sembrar el caos. La mente de los populistas es un cementerio de
ideas que han sepultado civilizaciones,gobernantes que conducen su
nación mirando por el espejo retrovisor, obviando el horizonte. Gran parte de
sus conciudadanos se ven transformados en autómatas perdidos en proclamas
fantasmales,seres a quienes han desarraigado sus valores éticos y espirituales;
anarquistas que hacen de su país un campo de concentración, donde se obvia
atacar y resolver los grandes flagelos que hoy nos circundan: droga, la
industria del secuestro, el sicariato, la violencia familiar, social,
gubernamental etc. Mientras los ciudadanos vivimos en procura de la recuperación
de nuestros derechos naturales y
civiles; los que permiten ser tratados como “pueblerinos”
permanecen aferrados a la cola de los caballos de los libertadores de antaño.
Cuando el individuo sufre un hartazgo de demagogia,de su esencia se evaporan
ética, dignidad, moral e inteligencia, terminan perdiendo su identidad y
aceptando despojos.
La vida es un breve viaje que nos interna por lugares donde
la subjetividad impone su ruta. Puede
ser largo o corto, todo depende de las
cargas que llevemos. Al final... un
grito, una despedida, un tiempo perdido en la vanidad... y el olvido!
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