lunes, 22 de abril de 2013

El Gramaticida




El lenguaje es la herramienta más eficaz con la cual cuenta el hombre para comunicarse, con el tiempo, éste se ha ido refinado y hoy, según sean las palabras proferidas por el hablante, se facilita saber en cual nivel intelectual se encuentra. El pensamiento hablado tiene su mayor aliado en la escritura, ambos conforman un dúo formidable que ilumina el entendimiento. Quien se prepara académicamente lo hace con la visión futurista de destacarse en su profesión, bien sea formando parte del aparato productivo privado o ejerciendo un cargo burocrático. En los países de avanzada, los políticos gozan de una gran preparación académica, son verdaderos rectores que al hablar deslumbran con su discurso.  En los últimos años, la política en nuestra Venezuela ha devenido en una suerte de organización rupestre que ha dominado el escenario social, no es casualidad que en 14 años de medievalidad gubernamental hayan ocurridos más de 170 mil homicidios, la sombra del primitivismo tomó piel en la barbarie. La arenga de estos individuos, poco letrados, para decir lo menos, basada en un verbo mendaz, violador de toda regla gramatical, donde la semántica no existe, utiliza la impertinencia como báculo de apoyo. El genio militar de América, Simón Bolívar, tuvo como maestros a eruditos de las letras como lo fueron Andrés Bello y  Simón Rodríguez, demás sería recordar los méritos de El Libertador. Sería interesante saber qué opinión merecería de estos grandes educadores quien hoy ejerce la primera magistratura de nuestra nación. Sin embargo, no es necesario contar con un veredicto del “más allá” para calificar a nuestro recién estrenado rector; permítaseme la osadía de bautizarle: “El gramaticida”. Es plausible ver como una persona pese a sus orígenes humildes, escala posiciones en cualquier ámbito socio-político- cultural, lo reprensible es llegar a un sitial de honor sin haberse preocupado por ilustrarse y tratar de cualquier manera imponer su voluntad, aún a costa de su propio ridículo. Cuando la institucionalidad de un país se transforma en el inquisidor de su democracia, la vida de los ciudadanos se convierte en un caos donde a cada instante se lucha por conservar los espacios conquistados para la libertad. No debemos olvidar la arbitraria decisión del TSJ designando como presidente encargado a “El gramaticida”, luego el 14 de Abril, el CNE, basado en unas elecciones plagadas de toda clase de vicios, ventajismo e inconsistencias lo proclama como el nuevo presidente de la “mitad mayoritaria” de un país en detrimento de la “mitad minoritaria” (espero que su raciocinio sea superior al mío y logren entender tal exabrupto matemático-lingüístico) . Lamentablemente, la genuflexión de la institucionalidad con el poder ejecutivo, sólo es comparable con un onanismo que expele tiranía. Cuando el mundo tenga más libros que armas, los bibliófilos serán mayoría y los pistoleros minorías. Entonces, la intelectualidad erradicará el ignorantismo y quien verdaderamente es libre, dictadura alguna jamás circuncidará su libertad.  

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