Según el libro de Génesis de las Santas Escrituras, Adán y Eva, la
pareja inicial e ideal, vivía en un mundo, que por ser diseñado por Dios, era
perfecto. Abundancia de alimentos, paz y amor, solamente condicionados a vivir
en sumisión a los preceptos del Creador.
Todo marchaba según lo concebido, hasta que Eva fue tentada por una
serpiente, que usando el encanto de su lenguaje, la convenció para que probara
del único fruto prohibido para ellos, el árbol del conocimiento. Ésta
“despertando” de su aparente ignorancia, decidió convencer a Adán para que se
uniera a ella en su transgresión. Aquellos aparentes inofensivos mordiscos,
acabarían con sus magníficos privilegios.
Dicha prohibición, no solo representaba una prueba de obediencia, sino
la absoluta estupidez de quien posee todo lo necesario y lo juega al azar sin
escuchar lo que dicta el sentido común.
Según este relato, podría decirse que aquella víbora, fue la oradora
encargada de dictar el primer discurso demagógico de la historia, tan conciso y
poderoso, que acabó con las bonanzas que ofrecía el Edén, iniciando su periplo plagado de
escasez.
Tres preguntas caben aquí. ¿Por qué Adán y Eva desobedecen? ¿No estaban
conformes con lo que Dios les había dado? o simplemente ¿La soflama de aquel
reptil insurrecto, fue tan poderosa y
seductora que no pudieron resistirse?
La sedición de Adán y Eva en contra de El Supremo, sentó un precedente
en cuanto a la sumisión frente al mal; ya que desde ese instante, la víbora se
adentró en las conciencias, para instaurar y perpetuar con su tiranía el odio;
de aquel exquisito bocado, devino toda suerte de desgracias a la raza humana.
Aquella feliz pareja no se adaptó al mundo perfecto que nuestro Padre
Eterno les ofrendó, por tal motivo, vivimos “cómodamente” dentro de una
sociedad antagónica a la instaurada en el Edén.
Desde nuestro mundo desolado, la esperanza es parida con mucho dolor,
plagada de incertidumbres, nos pasa a un lado, tácita y lacerada por el látigo
de la tiranía.
El conformismo se insertó en el ADN humano y aún más, en las personas
comunes, que suelen ser felices dentro de sus carencias, bien sean materiales,
sentimentales, éticas y/o morales,
sirviendo de alimento para el
despotismo. Está comprobado el poco valor que muchas personas dan a algunas
prerrogativas, se han dado muchas facilidades para ubicar a individuos de
clases sociales menos favorecidas, en hermosas urbanizaciones, con servicios
públicos, ornatos y comodidades, que jamás pensaron lograr, la gran mayoría
vende o cede sus privilegios y los pocos que logran quedarse, adaptan su
entorno a su anterior esquema de vida.
Igualmente, se sabe de personas que han ganado inmensas sumas de dinero en
juegos de azar, las cuales dilapidan en poco tiempo, para volver a su ambiente
natural.
A nivel macro, podemos hablar de países inmensamente ricos en recursos
humanos y naturales, controlados por gobernantes incapaces, que han
depauperado su plataforma económica,
social y moral, sumergiendo a sus conciudadanos en una monstruosa ruina.
Solo con una renovación de liderazgo, apuntalado en la preparación
intelectual se puede dar el cambio positivo, erradicando los viejos vicios que tanto daño han hecho.
Hagamos este sencillo ejercicio, si dos personas adultas se unen
sentimentalmente, por lo general, sobreviven a otras relaciones y para que
pueda afirmarse que esta pareja disfruta de una nueva relación, ambos deben
haber dejado en el pasado los anteriores vicios o errores que marcaron el
fracaso a la anterior, de no ser así, lo que se cambia es de pareja, no de
relación. Lo mismo ocurre cuando hay un cambio de gobierno, la gestión
realmente nueva, es aquella que,
partiendo del nivel de compromiso con que se asuma el reto de reedificar un país devastado, aplicando
políticas públicas renovadoras que catapulten al país y su sociedad hacia una
nación de primer mundo.
En fin, al
igual que nosotros, Adán y Eva también eran felices y no lo sabían.
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