viernes, 12 de febrero de 2016

El feudo de la ignorancia




La ignorancia existencial cohabita entre nosotros desde tiempos remotos, su modo de permanencia es fortalecerse en aquellos que, dada su pereza mental, sirven de abono para reproducirse en un ciclo interminable y repetitivo.
Estudiosos de la conducta humana, han manifestado que la ignorancia es el polo contrario a la inteligencia, otros, la han denominado con el principio del conocimiento, en fin, podría  decirse mucho en cuanto a la terminología correcta, sin embargo, siempre quedará espacio para nuevas teorías.
El ignorantismo existencial no es más que, el puente por donde el Homo Sapiens transita perdido en su propio anacronismo hacia la era moderna o tecnológica, sin la intelección necesaria  para comprender los nuevos conceptos de la vida.
El conocimiento no explotado está limitado a permanecer en el lugar más oscuro del cerebro, por lo cual urge esforzarse para  adentrarse y socavar la optima comprensión requerida. Debemos tener presente que el destino está regido por una existencia banalizada derivada en conformismo.    
La ignorancia existencial pasiva no representa  peligro alguno para la sociedad, no obstante si para el individuo, ya que quien vive de espaldas a los nuevos conceptos, está renunciando a los cambios que irreversiblemente se transforman en el poder que finiquita una época para dar inicio a otra.
La sabiduría no está intrínseca en el ser, todos, absolutamente todos debemos iniciarnos reconociendo nuestra  ignorancia, optando por el largo y tortuoso camino que conlleva a algún conocimiento. Ser sabio no significa poseer innumerables reconocimientos académicos, la sapiencia se construye elevando a diario, primero nuestra espiritualidad, asociada al nivel intelectual que nos distinga del ser común,  laurel  que logrará catapultar al individuo como un ser  adelantado en su época. Con solo asumir y decidir, dejar a un lado el ignorantismo se está avanzando hacia un horizonte superior. Difiere esto del ignaro existencial, que al no reconocer su naturaleza vive plácidamente dentro del confort que le brinda no pensar ni actuar con esfuerzo.
La  incultura existencial es el  núcleo donde progresan diversas perversiones: resentimiento, odio, envidia, mediocridad, etc., de allí nace el conformismo que inevitablemente, obligará al individuo a someterse  a otros. Quien logra salir del charco de la ignorancia suele convertirse en ignorantofóbico, despreciando cualquier acto que denigre su intelecto, mientras que, aquellos que gozosamente continúan viviendo en ese tremedal terminan repudiando a quienes, luchando día a día, enriquecieron sus vidas con el fruto de la humildad y el conocimiento, éstos vendrían a llamarse intelectofóbicos, derivando de ambas conductas la más antigua de las luchas: La de clases. La idea no es pugnar con la sabiduría, ni condenarse eternamente al ignorantismo, es encontrar el punto medio que nos una como seres civilizados.
El feudo de la ignorancia siempre ha representado un peligro en la sociedad, recordemos que se trata de fuerza contra ideas. Cuando la fuerza asalta el poder, sin argumento alguno, avasalla, arruina, tiraniza, domina la conciencia de las personas  que consigue a su paso,  dando así  inicio a una sociedad caudillezca,  donde  la barbarie pasa a ser factor predominante, que inclemente, acosa a todos aquellos que desde su libertad e intelecto, luchan por no caer victimas de sus garras.    
Cuando el hombre aprenda a afinar sus sentidos, podrá inferir, que gran parte de este hermoso planeta, aun pertenece a las bestias, que a través de la historia, han tenido la potestad para acondicionar este sistema de vida a su personal  comodidad.
La perversión social,  unificadora de vicios, no pertenece a un nuevo orden, ésta siempre ha existido y si no luchas por ser libre, correrás el riesgo de ser parte de ella.   

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