Espiritualidad: Calidad de lo espiritual. La espiritualidad
está enraizada a nuestra existencia, lo humano no puede estar alejado de este
sentimiento, de ser así estaríamos condenados a lo irracional. El hombre se
acerca a la bestialidad cuando lo irracional se apodera de él. Sin
espiritualidad, ¿qué somos? puede decirse que autómatas programados por un individuo.
La vida se compone de alfa y
omega, nadie nos obliga a llorar cuando nacemos ni nos quitan el derecho de
exhalar el último suspiro antes de morir. Hay hombres que atan sus destinos a
los de otros dejando de lado su libre albedrio, haciendo de la felicidad una búsqueda interminable y a veces
infructuosa, esto debido a que esa búsqueda se centra en el materialismo.
Muchos son los que creen que la esclavitud fue abolida y esto
es una crasa mentira. No es libre el hombre mientras el fanatismo esté por
encima de la razón. Existen distintos tipos de fanatismo. Aquí tocaremos el político que junto al
religioso son los flagelos que más daño han causado a la humanidad. No hay nada
más avieso que un fanático político con gran arraigo de liderazgo, generalmente
estos seres son ateos, su personalidad medra en la doctrina de Nietzsche y
Marx, haciendo de sus locuras, una locura colectiva que ellos erradamente
llaman socialismo.
El socialismo es un árbol utópico; un árbol mitológico
sostenido sobre palabras: social,
socialista, socialización, socializar, sociológico, sociologismo. Sus líderes
tratan de componer una sociedad con su propia sociología con la única intención
de adoctrinar incautos que famélicos de conocimientos terminan esclavizados en
sus propias demencias. Estos seres se alejan de la divinidad y terminan
creyendo que están por encima de Dios.
Los socinianos fueron herejes que negaban La Trinidad y la
divinidad de Jesucristo. Podría decirse que los socialistas fustigan la
trinidad de la democracia. ¿Cuál sería esa trinidad? elecciones libres y
transparentes, independencia de poderes y libertad. En esta trilogía converge
el pensamiento libertario de los hombres. No es nada utópico, es una convicción
de vida que deshoja el árbol socialista que envenena con sus frutos hasta
aniquilar los sentidos. Los hombres pensantes que muerden del fruto de este
árbol, caen en la indigencia intelectual y la patria poco a poco se transforma
en una sociedad de mediocres.
El socialismo confisca la empresa privada para que el Estado
sea el único proveedor de alimentos, bienes y servicios, para luego utilizar el
vil engaño de que la producción social es gracias al gobierno. Al aniquilar la
empresa privada la calidad de vida se depaupera, esto con referencia al
ciudadano común ya que los oligarcas de Estado tienen garantizada la
adquisición de los insumos. Una nación
mal alimentada produce seres con un
coeficiente intelectual bajo. Otrosí, a través de la red alimentaria los
socialistas aprietan el estómago de quienes los siguen de una manera
fanatizada, pero su incapacidad de discernir por voluntad propia les nubla el
entendimiento.
La religión, para los socialistas es un adarme, ellos son su
propio Dios, creen estar más allá de la verdad, no es casualidad que estos
liberticidas vean a la iglesia como su acérrimo enemigo, atacándola
constantemente. Los fanáticos políticos carecen de espiritualidad ya que su
dios es su propio verdugo y se suman a esta terrorífica cruzada de ataque a las
instituciones religiosas. Hay países donde la bota militar pisotea la dignidad
de sus habitantes y cuando éstos logran llevar algo de alimento a la boca dan
gracias a su verdugo. El Ser Supremo que está más allá del bien y del mal no
existe para ellos. Son como seres prehistóricos perdidos en un mundo de
oscuridad, en donde las ideas progresistas están ausentes de sus mentes.
Los gobernantes autócratas anuncian un sempiterno magnicidio
que jamás ocurre y una invasión extranjera que jamás llega, estos delirios
sirven de pedestal para proclamar su guerra. ¿Guerra a quién?. Guerra es
sinónimo de muerte y aunque jamás se
dispare la primera bala el miedo se introduce en el subconsciente de la gente.
Los fanáticos de los dictadores vacían todo su odio en aquellas personas que
adversan a su tirano. La hermandad parte al exilio; el silencio a los
atropellos a la libertad es encarcelado en el temor y los cementerio se plenan
de valiente patriotas.
Los dictadores, como todo socialista neurótico, construyen
obras en donde la realidad no tiene cabida, no existen en lo físico pero su
desquiciada mente les hace creer que es una realidad y sus sectarios se convierten en los psicóticos
que aplauden estos logros virtuales y hasta se ven disfrutando de ellos. Para
ellos la realidad deja de ser cierta para convertirse en exquisita locura. Los
socialistas neuróticos creen filosofar sobre el amor con un verbo espíneo, sus
mentiras son su verdad y su verdad es la morada de su locura. Cuando socavan de
las neuronas sus demencias y la hacen un mal colectivo, comienza la destrucción
de la república y la patria se convierte en un campo de batalla, donde la razón
lucha para no ser aplastada por el fanatismo. Esa es la guerra de la cual tanto
hablan y muchos aun no lo han comprendido. El único magnicidio es contra la
democracia y las únicas invasiones existentes son las doctrinas de Nietzsche y
Marx, que llegaron para mancillar la idiosincrasia de un pueblo que nació para
vivir en libertad.
Jamás existirá el hombre nuevo y puro, porque el hombre
pertenece a una sola raza y es tan antigua como el planeta mismo. Somos una
sola raza insuflada de vida por el Ser Divino. La pureza se diluyó en la
sempiterna ambición que nos hundió en el tremedal que por siglos nos ha
enfrentado. La igualdad en la distribución de los bienes
es una trampa caza bobos, que por años han usado los socialistas para
perpetuarse en el poder y reinar sobre la miseria.
La más grande y dañina de las miserias humanas, es ignorar
que nacimos para la libertad, sujetándonos a las trenzas de la bota castrense
que aplastan los sueños libertarios.
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