lunes, 25 de mayo de 2015

Árbol pervertido


Espiritualidad: Calidad de lo espiritual. La espiritualidad está enraizada a nuestra existencia, lo humano no puede estar alejado de este sentimiento, de ser así estaríamos condenados a lo irracional. El hombre se acerca a la bestialidad cuando lo irracional se apodera de él. Sin espiritualidad, ¿qué somos? puede decirse que autómatas programados por  un individuo.  La vida se compone de  alfa y omega, nadie nos obliga a llorar cuando nacemos ni nos quitan el derecho de exhalar el último suspiro antes de morir. Hay hombres que atan sus destinos a los de otros dejando de lado su libre albedrio, haciendo de la felicidad  una búsqueda interminable y a veces infructuosa, esto debido a que esa búsqueda se centra en el materialismo.
Muchos son los que creen que la esclavitud fue abolida y esto es una crasa mentira. No es libre el hombre mientras el fanatismo esté por encima de la razón. Existen distintos tipos de fanatismo.  Aquí tocaremos el político que junto al religioso son los flagelos que más daño han causado a la humanidad. No hay nada más avieso que un fanático político con gran arraigo de liderazgo, generalmente estos seres son ateos, su personalidad medra en la doctrina de Nietzsche y Marx, haciendo de sus locuras, una locura colectiva que ellos erradamente llaman socialismo.
El socialismo es un árbol utópico; un árbol mitológico sostenido sobre  palabras: social, socialista, socialización, socializar, sociológico, sociologismo. Sus líderes tratan de componer una sociedad con su propia sociología con la única intención de adoctrinar incautos que famélicos de conocimientos terminan esclavizados en sus propias demencias. Estos seres se alejan de la divinidad y terminan creyendo que  están por encima de Dios.
Los socinianos fueron herejes que negaban La Trinidad y la divinidad de Jesucristo. Podría decirse que los socialistas fustigan la trinidad de la democracia. ¿Cuál sería esa trinidad? elecciones libres y transparentes, independencia de poderes y libertad. En esta trilogía converge el pensamiento libertario de los hombres. No es nada utópico, es una convicción de vida que deshoja el árbol socialista que envenena con sus frutos hasta aniquilar los sentidos. Los hombres pensantes que muerden del fruto de este árbol, caen en la indigencia intelectual y la patria poco a poco se transforma en una sociedad de mediocres.
El socialismo confisca la empresa privada para que el Estado sea el único proveedor de alimentos, bienes y servicios, para luego utilizar el vil engaño de que la producción social es gracias al gobierno. Al aniquilar la empresa privada la calidad de vida se depaupera, esto con referencia al ciudadano común ya que los oligarcas de Estado tienen garantizada la adquisición de los insumos.  Una nación mal alimentada produce seres con  un coeficiente intelectual bajo. Otrosí, a través de la red alimentaria los socialistas aprietan el estómago de quienes los siguen de una manera fanatizada, pero su incapacidad de discernir por voluntad propia les nubla el entendimiento.
La religión, para los socialistas es un adarme, ellos son su propio Dios, creen estar más allá de la verdad, no es casualidad que estos liberticidas vean a la iglesia como su acérrimo enemigo, atacándola constantemente. Los fanáticos políticos carecen de espiritualidad ya que su dios es su propio verdugo y se suman a esta terrorífica cruzada de ataque a las instituciones religiosas. Hay países donde la bota militar pisotea la dignidad de sus habitantes y cuando éstos logran llevar algo de alimento a la boca dan gracias a su verdugo. El Ser Supremo que está más allá del bien y del mal no existe para ellos. Son como seres prehistóricos perdidos en un mundo de oscuridad, en donde las ideas progresistas están ausentes de sus mentes.
Los gobernantes autócratas anuncian un sempiterno magnicidio que jamás ocurre y una invasión extranjera que jamás llega, estos delirios sirven de pedestal para proclamar su guerra. ¿Guerra a quién?. Guerra es sinónimo de muerte  y aunque jamás se dispare la primera bala el miedo se introduce en el subconsciente de la gente. Los fanáticos de los dictadores vacían todo su odio en aquellas personas que adversan a su tirano. La hermandad parte al exilio; el silencio a los atropellos a la libertad es encarcelado en el temor y los cementerio se plenan de valiente patriotas.
Los dictadores, como todo socialista neurótico, construyen obras en donde la realidad no tiene cabida, no existen en lo físico pero su desquiciada mente les hace creer que es una realidad y  sus sectarios se convierten en los psicóticos que aplauden estos logros virtuales y hasta se ven disfrutando de ellos. Para ellos la realidad deja de ser cierta para convertirse en exquisita locura. Los socialistas neuróticos creen filosofar sobre el amor con un verbo espíneo, sus mentiras son su verdad y su verdad es la morada de su locura. Cuando socavan de las neuronas sus demencias y la hacen un mal colectivo, comienza la destrucción de la república y la patria se convierte en un campo de batalla, donde la razón lucha para no ser aplastada por el fanatismo. Esa es la guerra de la cual tanto hablan y muchos aun no lo han comprendido. El único magnicidio es contra la democracia y las únicas invasiones existentes son las doctrinas de Nietzsche y Marx, que llegaron para mancillar la idiosincrasia de un pueblo que nació para vivir en libertad.
Jamás existirá el hombre nuevo y puro, porque el hombre pertenece a una sola raza y es tan antigua como el planeta mismo. Somos una sola raza insuflada de vida por el Ser Divino. La pureza se diluyó en la sempiterna ambición que nos hundió en el tremedal que por siglos nos ha enfrentado. La igualdad en la distribución de los bienes es una trampa caza bobos, que por años han usado los socialistas para perpetuarse en el poder y reinar sobre la miseria.
La más grande y dañina de las miserias humanas, es ignorar que nacimos para la libertad, sujetándonos a las trenzas de la bota castrense que aplastan los sueños libertarios.






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