jueves, 14 de mayo de 2015

Guías ciegos


“Déjenlos. Guías ciegos es lo que son. Por eso, si un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo”. Mateo, Capítulo 15, Versículo 14.
 Con estas palabras, el Maestro Jesús condenó a la clase política de la época y a quienes le seguían, demostrando que sus palabras, no solo estaban adelantadas a su tiempo, sino que siguen vigentes en la actualidad. Las enseñanzas de aquel Maestro, tuvieron la grandeza de perpetuarse más allá de cualquier Era.
La eternidad, es un anciano que ha adquirido su sabiduría, viendo pacientemente a las personas caer  víctimas de las agitaciones de la vida, es esa la razón por la cual nos  envía sus horas como emisarias, cargadas de saber e infortunios. 
No son los minutos los que  encierran conocimientos o tragedias, somos los hombres, quienes llevamos ese legado en nuestra esencia; simplemente buscamos un intervalo en el dilatado espacio de la existencia para exteriorizar todo lo que reposa en nuestras mentes, paraíso de grandeza, cripta de perversidades. 
¿Qué diría el Maestro, si físicamente  presenciara la realidad que sufrimos los venezolanos?
El punto de partida de esta hecatombe, está enraizado en aquel fatídico 04 de febrero de 1992, nadie puede pretender guiar a un pueblo mirando a través de los ardientes cañones de los fusiles, es absurdo, ya que en política no hay cabida para héroes bélicos, esta es una ciencia destinada a estadistas.
 El patriarca Moisés, rescató a su gente de  la ignominiosa esclavitud egipcia y los condujo por el desierto en busca de la tierra prometida por Dios, sin embargo, durante el éxodo que se mantuvo por unos 40 años, aun recibiendo continuamente el Maná, la queja era constante. Desde 1958 hasta 1998, y dejando a un lado las mezquindades, debemos reconocer que en la tenebrosa era de la anterior dictadura, en cuanto a infraestructura, educación, medicina, entre otros logros, nuestra amada patria vivió el periodo más fructífero de su historia y aun así, las quejas eran constantes, a tal punto, que en 1998, el pueblo ciego se dejó guiar por un líder ciego. Desde ese instante, la nación exportadora de democracia y calidad de vida, hoy es una de las máximas importadoras de alimentos, bienes y servicios, dependiente en un 90% de la renta petrolera.
 Un demagogo no es otra cosa que, un tiranillo gateando sobre sus propias miserias, el peligro está, cuando  estos seres aprenden a ponerse de pie, ya que desde ese instante se apoderan del Estado  para aplastar a la sociedad.
Basta de sedentarismo mental, de conformismo, de quejas,  de mediocridad, de miedo, todo esto concluye en costumbre y allí, es donde los tiranos se eternizan en el poder. La lucha es por el futuro de nuestros hijos y solo unidos podemos vencer.  Demócratas, no permitamos que nuestras mentes se alimenten con el resentimiento de los perversos, porque nuestros corazones convertidos en remolino de odios podrían despertar al tirano que duerme en nuestras almas.         

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